Puedo renegar todo lo que quiera de
ellas, o quemar en la chimenea de mi casa del pueblo, todos sus CDs, o incluso
ignorar que en una ocasión yo representé para una función del colegio, con las
que siguen siendo mis mejores amigas, la infame “Wannabe”, pero lo cierto: es
que yo soy de la generación de las Spice Girls. Es más, incluso en algún
momento de mi vida tuve una foto de ellas pegada en mi carpeta XD!!!. No es
cuestión de gustos, ni de que yo fuera una hortera de bolera (que puede que
sí), es sólo: cuestión de generación. Y yo, lo sé, y lo siento: soy de la
generación de las Spice.
Igualmente puedo ir por ahí diciendo
una y mil veces, que mi película favorita es ”El Apartamento”, o que no hay
peli como “Toro Salvaje”, o que “El Padrino” es lo más de lo más (que lo
es), pero lo cierto, es que, cuando yo no tenía ni idea de eso que era el cine:
lo que sacaban por la tele, no eran ninguna de esas películas: sino “Tiburón”,
y “ET.” en bucle, así, dobladas, y con mogollón de anuncios cada tres minutitos
de película, pero esas. Las pelis de Steven Spielberg, ese ser, que por alguna
razón, me despierta simpatía, no sé, me genera cariño.
El problema que tengo con él, (o él
conmigo, depende de cómo se mire) es fundamentalmente, que los temas que trata en
sus pelis, me interesan menos que las páginas naranjas de economía de cualquier
periódico del mundo: sea sé: entre nada, y la nada misma.
A mí, hija, y hermana de
historiadores de vocación y de profesión, me invitan a ver una película sobre
el fallecido presidente Lincoln, y me da una pereza total, una pereza extrema,
una pereza sólo comparable con pretender hacer compras en rebajas y/o en
casi cualquier época del año, en el centro de Madrid.
Y me resisto, y me resisto. Pero los
planetas se confabulan contra mí y desean que vaya a ver Lincoln: me la ofrecen
en bandeja cómo evasión de un día horrible, en el que una presencia del
pasado, ha regresado para resquebrajar mi escasa seguridad
en mi misma; y encima con compañía, y con una caña previa de por medio; y por si fuera
poco: con el conocimiento en vivo y en directo de otro ser de mi generación:
Lorena Berdún (amiga de mi amigo y compañera en la caña): Sip, la misma que
cuando a mí a penas me había bajado la regla, respondía vía radiofónica a esas
dudas existenciales de los radioyentes del tipo de: “mi novio me quiere dejar
porque no se la chupo todos los días, pero es que me da asco ¿qué hago?”, o “He
utilizado como lubricante el Fairy lavaplatos, y ahora me sale espuma por ahí
abajo, si me quedo embarazada ¿tendré un hijo marino?…” y demás preguntas del
mismo calado trascendental.
En fín, que yo soy una tipa dura,
pero ante tantas razones positivas, para ir a ver Lincoln, me digo: ¿Qué es lo
peor que me puede pasar? ¿Qué entre en un sueño profundo, y no me despierte
hasta que Obama sea elegido presidente? Pues vale: total… para lo que hay que
ver…
Así que una caña y una charla muy
amena después, me meto al cine a ver Lincoln. Y a mi favor, diré: que lo
conseguí: no me quedé dormida, y eso que la peli dura casi dos horas y media!!
(En serio, deberían devolvernos en forma de euros, y/o pagos de la factura del
agua y la luz, cada minuto de una peli que pase de los 90!!)
Y lo único que tengo que decir de
Lincoln, y de Daniel Day Lewis (uno de mis iconos eróticos de juventud, por
cierto), es que es poderosa, y sincera, y honesta. No hay beatificación en el
modo de presentar a un personaje que por otro lado se prestaría a ello. No hay
atajos en la forma de contar la historia: el periodo comprendido desde el mes
anterior a la aprobación de la decimotercera enmienda a la Constitución
americana (la que abole la esclavitud), y la muerte del presidente. Ni hay
trampas. Lincoln era una persona normal, como cualquier otra, que en un momento
dado fue valiente (seguramente como muchas otras también), y que tenía un
objetivo, que consiguió utilizando artimañas de lo más sucias. Y así, sin
maquillar, lo presentan Spielberg, y un Daniel Day Lewis, que cómo siempre, es
simplemente MARAVILLOSO
Tengo la sensación, y siempre la he
tenido, de que el director de “Munich”, se toma en serio su trabajo, y lo que
es más importante: se toma en serio a los espectadores, y los respeta. Y eso,
es de agradecer. Quizá es demasiado clásico, quizá, si por motu proprio tuviese
que elegir una peli, ésta (al menos ahora), no sería una de Spielberg; quizá,
sus lecciones de historia (que tan bien me vendrían), no me interesan
demasiado, o al menos, no me apetece verlas en la gran pantalla (¡maldita
ignorante!!), pero lo cierto es que Spielberg, es un grande. Siempre lo ha
sido, y siempre lo va a ser, al menos para mí y para la generación de las Spice
Girls, y los Backstreet Boys (Xd!!!!)
Y ya sólo puedo decir: “ET.
Teléfono, mi casa”; desde que Arias Navarro pronunciase: “Franco ha muerto”, o desde que hoy nos hayamos enterado de que Iñaki Urdangarín firmaba sus mails cómo: "El Duque EM-PALMA-DO" (¡Vaya percal, vaya monarquía, vaya país...!!) nunca, tres (o cuatro) palabras, habían significado tanto!! J
Un gran personaje, en su faceta política y personal, pero demasiado charleta, en esta versión, un vara, sermoneador, y a ratos incluso un tanto lunático. Y todo en esa manera tan Spielberg, de resaltar emociones de forma descarada a través de la música, de abrazos del 'todosjuntosporfin', tan impositivo en sus sentimientos... Pero un personaje como Lincoln no puede producir una mala película y de estas tampoco Spielberg sabe hacerlas. Un saludo!
ResponderEliminarTienes razón en el constante subrayado de las emociones de Spielberg, aún estoy desconcertada por esa escena en la que Lincoln se despide del trabajador de su casa, justo antes de que se lo carguen: no entendí y aún sigo sin entender, ese afán tan descarado por anticiparnos lo que iba a pasar... A pesar de eso, también coincido en que Spielberg no es capaz de tomarnos el pelo, y hacer algo que no se digno de ver!! :-)
EliminarEste fin de semana me he armado de valor y la he visto, no del tirón, no he sido capaz, eso es para valientes.... Con un placentero sueño de por medio acabo de terminar de verla y estaba en lo cierto, no me ha gustado nada, como bien dijo tu hermano los 100 primeros minutos son aburridísimos! Luego la cosa se anima un poco pero me parece una peli muy rancia. Besos y abrazos Patricia Franchini
ResponderEliminarUn partido ganado, y una brecha pos-codazo detrás de la oreja, después, ayer por fin mi hermano, ser excepcional dónde los haya..., me pudo explicar por fin que en verdad no es que contara los 100 primeros minutos de Lincoln, sino que cómo a tí, la peli le había parecido de un coñazo extremo, así en general... Yo estoy contenta de haberla visto, la verdad, aunque seguramente, no comparé en DVD... :-)
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