“Before Midnight”, Richard Linklater, o "If you want true love, then, this is it. This is real life, it´s not perfect, but is reall” -Jesse Wallace- o “Qué decir: simplemente me parece PRECIOSA”


Es tiempo de cambios para mí, todos para bien; y estoy estoy feliz de contar con tanta gente a mi alrededor para compartirlos. Así que: a mi recién estrenada sobrina; a mi hermana; a mi hermano y a mi cuñada “con suerte”, a quienes les recomendé fervientemente que vean esta trilogía; y también a “Miss matrícula de honor” de la que estoy muuuuy orgullosa; a esos amigos a los que quiero tanto y con los que disfruté del maratón cinematográfico; y también a mi amiga Bea 211, con la que viví las mejores vacaciones de la vida en las islas griegas y de la me acordé mucho al ver la peli: “Ésta entrada: está dedicada” J
Hace ya varios días, que de madrugada, recibí un mensaje al móvil, de un buen amigo mío; el mensaje decía, textual: “Acabo de salir del cine de ver “Before Midnight”. Estoy en un estado de melancolía (…) Creo que me voy a dar al alcohol (…) Cómo dice Jesse: “This is the real life…” (lo que va en paréntesis, lo guardo para mí…, también mi respuesta J); Me identifiqué con el comentario: yo sentí lo mismo.

La verdad es que hace bastantes semanas ya, que hice mi propio maratón, primero sola, y después con amigos (maratón maratón, parece ser) de la trilogía del amor y demás postales turísticas por ahí por Europa, de Linklater, Jesse, y Celine.



Maratón que culminó yendo al cine sola (me apetecía que fuera así) a ver el ¿desenlace? de esa romántica historia de amor que empezaba por casualidad en Viena, seguía en París (aquí ya no tanto por casualidad, pero bueno… el cine es el cine) y que en esta tercera parte lleva a los protagonistas, a la costa griega; juntos sí: 18 años después de ese romántico encuentro, y con dos hijas.
Y, hasta hoy, no me había visto capaz de hablar de ella. Ahora, tampoco mucho. Pienso que cómo una comida deliciosa, o una relación sexual placentera, no sirve de nada hablar de ella: hay que disfrutarla uno mismo.

Así que no voy a destripar aquí ésta película, que por cierto, me parece la mejor película que vi cómo en los últimos (no sé… muchos) años. Ni voy a hacer tampoco demasiado hincapié en que Ethan no hizo mejor papel en su vida, ni que junto a Linklater y a Delpy escribió una historia tan bien actuada y tan real, que si no fuera porque estoy al otro lado de una gran pantalla y rodeada de gente, pensaría que estoy en cualquier calle de Madrid.

Lo único que diré, es que, desde siempre, cuándo he visto una película de amor (que siempre y casi unánimemente, suelen relatar ese principio romántico del amor, no el amor en sí…), no sé si afectada por un escepticismo crónico, cierto pesimismo, o una vejez anticipada, me daba por pensar: “Sí, muy bien, ya estamos aquí: los tipos se quieren, se aman… ¿y ahora qué?"
¿Qué pasa cuándo los enamorados llegan a casa? ¿Cuándo toca repartir tareas, y acordar, por ejemplo, los turnos para limpiar esa casa, que inevitablemente se va a manchar? ¿Qué pasa cuándo ella comienza a engordar, a tener celulitis, se le caen las tetas, y él se queda calvo, los abdominales dan paso a la barriguilla cervecera y la cara, antes linda, se empieza a arrugar?
¿Qué pasa cuándo día a día cada uno llega cansado y cabreado del curro, o peor, cuándo cada uno por separado o los dos a la vez pierden su trabajo, y no pueden sino desahogarse, cabrearse y reprochar todos sus problemas al otro? ¿O cuándo un chico o chica guapa nueva llega "a la oficina", que también pasa, y uno se ve obligado a sopesar cuánto quieres de verdad al que está a tu lado... y elegir (con todo lo que eso supone emocionalmente: tanto si la decisión es de un lado, cómo del otro)? ¿O cuándo a uno de los dos le entra gastroenteritis u otro virus similar, y se ve obligado a pasarse días en el baño, con su pareja siendo testigo a cada minuto de ese espectáculo tan anti morboso cómo es ir al baño? O peor ¿Cuándo uno contrae una enfermedad de verdad, cáncer probablemente, y es incapaz de amarse así mismo ni a nadie más, ni de entender qué le pasa, de llegar incluso a desear morirse, mientras el otro no puede hacer nada, sólo sufrir por la persona a la que quiere?

Supongo que lo que pasa, o al menos lo que pasa en una pareja que se quiere mucho, de verdad, es lo que muestran Jesse y Celine en esta tercera parte, la mejor de la saga. El desgaste de una relación, los reproches mutuos, los fracasos.

El cuento de hadas se acaba aquí: el joven adolescente, engreído y soñador, muere en París; en su lugar, queda sin embargo alguien mucho más interesante, más real: un hombre maduro, cariñoso, inteligente, que busca en su deseo de remendar su relación con su hijo, en realidad, una vía de escape de una responsabilidad familiar, que por momentos, parece sobrepasarle.

La joven soñadora, idealista también se muere en París; en su lugar hay una mujer por momentos histérica, cargada de frustraciones por la decisiones tomadas, y las renuncias que éstas conllevan; pero que en verdad parece llena por esa otra vida que eligió.

Para mí: eso es el amor, y esa “Es la vida real. No es perfecta, pero es real”. Lo dice Jesse, me lo dijo mi amigo, y yo también lo pienso. ¡Gracias a los tres por recordármelo!



No hay comentarios:

Publicar un comentario