Es tiempo de cambios para mí, todos
para bien; y estoy estoy feliz de contar con tanta gente a mi alrededor para
compartirlos. Así que: a mi recién estrenada sobrina; a mi hermana; a mi hermano y a mi cuñada “con suerte”, a quienes les recomendé fervientemente
que vean esta trilogía; y también a “Miss matrícula de honor” de la que estoy
muuuuy orgullosa; a esos amigos a los que quiero tanto y con los que disfruté del maratón cinematográfico; y también a mi amiga Bea 211, con la que viví las
mejores vacaciones de la vida en las islas griegas y de la me acordé mucho al
ver la peli: “Ésta entrada: está dedicada” J
Hace ya varios días, que de
madrugada, recibí un mensaje al móvil, de un buen amigo mío; el
mensaje decía, textual: “Acabo de salir
del cine de ver “Before Midnight”. Estoy en un estado de melancolía (…) Creo
que me voy a dar al alcohol (…) Cómo dice Jesse: “This is the real life…”
(lo que va en paréntesis, lo guardo para mí…, también mi respuesta J); Me identifiqué con el comentario: yo sentí lo mismo.
La verdad es que hace bastantes
semanas ya, que hice mi propio maratón, primero sola, y después con amigos
(maratón maratón, parece ser) de la trilogía del amor y demás postales
turísticas por ahí por Europa, de Linklater, Jesse, y Celine.
Maratón que culminó yendo al cine sola
(me apetecía que fuera así) a ver el ¿desenlace? de esa romántica historia de
amor que empezaba por casualidad en Viena, seguía en París (aquí ya no tanto
por casualidad, pero bueno… el cine es el cine) y que en esta tercera parte
lleva a los protagonistas, a la costa griega; juntos sí: 18 años después de ese
romántico encuentro, y con dos hijas.
Y, hasta hoy, no me había visto
capaz de hablar de ella. Ahora, tampoco mucho. Pienso que cómo una comida
deliciosa, o una relación sexual placentera, no sirve de nada hablar de ella:
hay que disfrutarla uno mismo.
Así que no voy a destripar aquí ésta
película, que por cierto, me parece la mejor película que vi cómo en los
últimos (no sé… muchos) años. Ni voy a hacer tampoco demasiado hincapié en que
Ethan no hizo mejor papel en su vida, ni que junto a Linklater y a Delpy
escribió una historia tan bien actuada y tan real, que si no fuera porque
estoy al otro lado de una gran pantalla y rodeada de gente, pensaría que estoy
en cualquier calle de Madrid.
Lo único que diré, es que, desde siempre,
cuándo he visto una película de amor (que siempre y casi unánimemente, suelen
relatar ese principio romántico del amor, no el amor en sí…), no sé si afectada
por un escepticismo crónico, cierto pesimismo, o una vejez anticipada, me daba
por pensar: “Sí, muy bien, ya estamos aquí: los tipos se quieren, se aman… ¿y
ahora qué?"
¿Qué pasa cuándo los enamorados
llegan a casa? ¿Cuándo toca repartir tareas, y acordar, por ejemplo, los turnos
para limpiar esa casa, que inevitablemente se va a manchar? ¿Qué pasa cuándo
ella comienza a engordar, a tener celulitis, se le caen las tetas, y él se
queda calvo, los abdominales dan paso a la barriguilla cervecera y la cara,
antes linda, se empieza a arrugar?
¿Qué pasa cuándo día a día cada uno
llega cansado y cabreado del curro, o peor, cuándo cada uno por separado o los
dos a la vez pierden su trabajo, y no pueden sino desahogarse, cabrearse y
reprochar todos sus problemas al otro? ¿O cuándo un chico o chica guapa nueva llega "a la oficina", que también pasa, y uno se ve obligado a sopesar cuánto quieres de
verdad al que está a tu lado... y elegir (con todo lo que eso supone emocionalmente: tanto si la decisión es de un lado, cómo del otro)? ¿O cuándo a uno de los dos le entra
gastroenteritis u otro virus similar, y se ve obligado a pasarse días en el
baño, con su pareja siendo testigo a cada minuto de ese espectáculo tan anti
morboso cómo es ir al baño? O peor ¿Cuándo uno contrae una enfermedad de
verdad, cáncer probablemente, y es incapaz de amarse así mismo ni a nadie más,
ni de entender qué le pasa, de llegar incluso a desear morirse, mientras el otro no puede
hacer nada, sólo sufrir por la persona a la que quiere?
Supongo que lo que pasa, o al menos
lo que pasa en una pareja que se quiere mucho, de verdad, es lo que muestran
Jesse y Celine en esta tercera parte, la mejor de la saga. El desgaste de una relación,
los reproches mutuos, los fracasos.
El cuento de hadas se acaba aquí: el
joven adolescente, engreído y soñador, muere en París; en su lugar, queda sin
embargo alguien mucho más interesante, más real: un hombre maduro, cariñoso,
inteligente, que busca en su deseo de remendar su relación con su hijo, en
realidad, una vía de escape de una responsabilidad familiar, que por momentos,
parece sobrepasarle.
La joven soñadora, idealista también
se muere en París; en su lugar hay una mujer por momentos histérica, cargada de
frustraciones por la decisiones tomadas, y las renuncias que éstas conllevan;
pero que en verdad parece llena por esa otra vida que eligió.
Para mí: eso es el amor, y esa “Es la vida real. No es perfecta, pero es real”. Lo dice Jesse, me lo dijo mi amigo, y yo también lo pienso. ¡Gracias a los tres por recordármelo!
Para mí: eso es el amor, y esa “Es la vida real. No es perfecta, pero es real”. Lo dice Jesse, me lo dijo mi amigo, y yo también lo pienso. ¡Gracias a los tres por recordármelo!
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