No tengo idea de cómo ha podido
pasar, pero de nuevo: he vuelto a cumplir años ¡shiiiiiit! Momento ideal para
crear una lista mental de: “cosas que hacer antes de dejar de cumplir veinti
tantos”; veamos: No volver NUNCA a tomar el sol sin protección 50 (y esto no es
broma);
no volver a maquillarme entre semana: dejarlo sólo para el finde, que la piel se me pone muy mal (si les asusto: no miren…); dejar de colgar fotos de perfil en FB haciéndome la guapa (de verdad: resulta patético…); visitar Rio de Janeiro (parece que en ello estamos); lograr llevar a cabo ese viaje de celebración que trasladaría a mis amigas y a mí a Munich a la Octoberfest del año que viene, y de paso conseguir que mis dos muy mejores amigas: véase C y C, se reconcilien de una puta vez, se perdonen y se quieran tanto cómo yo las quiero a ellas (venga chicas: vosotras podéis…); y además de todo esto: soltar lastre: vender en ebay o similar la pila de Fotogramas (incluso la primera que data de enero de 1997: con Leo Dicaprio en portada –a ver, tenía 13 años… y él era tan guapo…-), de la que sino mi madre se deshará sin remordimiento alguno cualquier día de estos; y hacer lo propio con las, creo que son 817 películas en DVD, que decoran mi Kino (que el mercado del DVD está en decadencia ya lo dijo González Macho, cogen mucho polvo, y además me hacen darme cuenta de lo grande que me hago); y también algún que otro propósito que por prudencia no voy a comentar aquí.
no volver a maquillarme entre semana: dejarlo sólo para el finde, que la piel se me pone muy mal (si les asusto: no miren…); dejar de colgar fotos de perfil en FB haciéndome la guapa (de verdad: resulta patético…); visitar Rio de Janeiro (parece que en ello estamos); lograr llevar a cabo ese viaje de celebración que trasladaría a mis amigas y a mí a Munich a la Octoberfest del año que viene, y de paso conseguir que mis dos muy mejores amigas: véase C y C, se reconcilien de una puta vez, se perdonen y se quieran tanto cómo yo las quiero a ellas (venga chicas: vosotras podéis…); y además de todo esto: soltar lastre: vender en ebay o similar la pila de Fotogramas (incluso la primera que data de enero de 1997: con Leo Dicaprio en portada –a ver, tenía 13 años… y él era tan guapo…-), de la que sino mi madre se deshará sin remordimiento alguno cualquier día de estos; y hacer lo propio con las, creo que son 817 películas en DVD, que decoran mi Kino (que el mercado del DVD está en decadencia ya lo dijo González Macho, cogen mucho polvo, y además me hacen darme cuenta de lo grande que me hago); y también algún que otro propósito que por prudencia no voy a comentar aquí.
Pero mientras llevo a cabo mis
ambiciosos planes, todavía estoy en la de disfrutar de verdad, cómo si fuera una niña pequeña,
de cualquier regalo de cumple en forma de cine que llegue a mis manos. El
último: dos películas del gran JLG: “Banda aparte” (hacer, no hará una película que
me haya gustado en los últimos años, pero eligió un bonito nombre Tarantino
para su productora, si, sí…), y….: y ahí va el redoble, mi sonrisa de oreja a
oreja y mi felicidad absoluta: la peli que ilustra este blog, y de la que por
alguna curiosa razón aún no había hablado: “Al final de la escapada”.
A parte de para darme cuenta de que la peli en cuestión la tengo en DVD, no una, ni dos, sino ¡!hasta tres veces repetida!!!! (lo prometo: no soy ninguna contrabandista de cine francés, sólo un poco despistada...), el regalo en cuestión me ha hecho acordarme de lo grande que es Godard, de lo mucho que me gustan todas sus películas en general y ésta en particular.
A simple vista el argumento no parece
gran cosa: un delincuente de pacotilla de nombre: Michel Poiccard, se lanza a
la fuga tras robar un coche, y matar a un policía. Sus pasos se dirigen a París
en busca de una antigua amante y aspirante a escritora: la guapísima Jean
Seberg como Patricia Franchini. Así y después de pasar una tarde-noche en una
habitación de hotel, y pasear por la ciudad, y charlar sobre todo un poco: la vejez, el trabajo, el dinero, las ganas de huir, etc, etc; Patricia, tras beberse:
-“Un Whisky”- no tengo- “entonces un café”, entrega al forajido a la policía,
que tras uno de los travellings más memorables de la historia del cine acaba
matándole a tiros, segundos antes de que éste le diga a su fallida amada: “Eres
realmente asquerosa” ¡Toma Ya!.
Así contado, no sé si parece muy especial, puede ser que no; el asunto es verla, y flipar con cada una de las
secuencias de este icono y símbolo de la Nouvelle Vague, para mí, una de las
mejores de dicha corriente junto con “Los Cuatrocientos golpes”: a medio camino
entre la comedia, el romance, y el cine negro hollywoodiense.
Es la estética que recorre la
película (y que los modernos de Malasaña se empeñan en imitar, yo también un
poco…), la secuencia en la que la pareja (no diré de enamorados: porque nada
más lejos de la realidad) se encuentran mientras Patricia vende por las calles
el New York Herald Tribune y charlan sobre mudarse a Roma, la preciosa secuencia
entre las cuatro paredes del hotel dónde Michel intenta insistentemente que
Patricia se acueste con él y las muecas de ésta frente al espejo (no se puede
ser más guapa), y sobre todo la escena final de la americana corriendo tras un
moribundo Poiccard, poco antes de que caiga al suelo muerto;
Y también es la desmitificación de
ese amor romántico, que una y otra vez, y muchos años después los cineastas se
empeñan en mostrar y los cinéfilos nos empeñamos en encontrar en la gran
pantalla; y sobre todo es la modernidad de la propuesta sin una profundidad más
allá de lo que se muestra en pantalla (aún me flipa cómo hace tantos años
Hitchcock hablaba sin despeinarse de lo más oscuro y sórdido de las relaciones
sentimentales en “Vértigo” o cómo Truffaut, hablaba de los tríos en “Jules y Jim” sin perturbar a nadie, mientras ahora, en esta sociedad tan moderna y tan
progre nos escandalizamos por cualquier asunto políticamente incorrecto: en el
cine, o dónde sea: ¡Viva la evolución-involución!); y es el montaje
esquizofrénico y entrecortado de sus escenas, y la belleza pura y natural de
Jean Seberg (¡Qué hermosas son siempre las actrices francesas -o inmigrantes francesas-!: imposible no
enamorarse de Anna Karina, Jane Birkin y por supuesto la maltrecha Jean); y es
la pasadita por el labio de Jean-Paul Belmondo, emulando a Humphrey Bogart, y el modo en que Franchini le imita, tras darle su puñalada trapera.
Pero sobre todo es el CINE que
destila cada una de sus escenas, el cine que Godard quiso hacer hace ya mas de
50 años, que a día de hoy sigue siendo tan transgresor y tan inimitable cómo
hace 5 décadas, y que yo no me canso de ver: con 29, con 20, y seguro, que con
40 tampoco; el cine que me ha hecho adorar el CINE.
Así que si todavía no la habéis
visto: pedídmela, la tengo ahora por partida doble, ¡sois afortunados de poder
disfrutarla por primera vez!; y si es que sí: vedla de nuevo: nunca una hora y
media pudo ser tan ¡¡MA-RA-VI-LLO-SA!!
Gracias a mi Rebe, a Zai, a Gon, a Javi, a Javi, y a Noe por regalarme las mejores películas de todas (Y en verdad, por todo lo demás)¡ No sé si se puede tener mejor amigos en el mundo, pero la verdad: yo creo que no! :-) Próxima parada: San Sebastián! Ahí vamos!! Yiiiiiiiiiiiiiiiha!! :-)
ResponderEliminar