El título me saca de mis casillas: ¿Qué no
sabíamos cómo llamarle a la peli?: pues ahí que va un título que podría pasar
por telefilme melodramático de sábado por la tarde en Antena 3, de esos con los
que dormir la resaca o reflexionar sobre lo patético que es estar tirado
en el sofá de tu casa en fin de semana a las cinco de la tarde.
A parte de esto, y dejando de lado el hecho de
que los títulos de las pelis (muchos de ellos, supongo, autoimpuestos por el
tipo de turno que la quiere comercializar, y que piensa que lo mejor es no
currárselo demasiado sino echar mano de un título más vulgar que las
medias transparentes en invierno…) “Juntos para Siempre” me gustó, incluso
diría que mucho, ¡¡sip!!
Supongo que también tiene que ver con el momento
en que la he visto, aquí frente a mi ordenador (determinante, claro está, para
sentir una u otra cosa), o por el hecho de que se suponga una comedia argentina
(mi debilidad por ese acento no tiene límites, aunque estoy trabajando en ello)
y eso que de comedia en sí tiene entre poco y nada.
Todo transcurre más o menos así: Una especie de
escritor y barra o guionista, obsesionado consigo mismo y con esa
gran película de su vida que piensa escribir, aunque aún no lo sepa, es
básicamente un capullo, con una novia estupenda, de la que pasa cómo pillar el
sarampión; y ésta, por esa costumbre absurda que tenemos algunas chicas, me
incluyo, de pensar que el cambio es posible, le plantea algo así cómo un
ultimátum a modo de: “reacciona capullo, que me estás perdiendo”, se tira al
vecino y se marcha de casa. ¿La reacción del hombre? ¿Acaso cambiar para
recuperar al amor de su vida? ¿Dejar de preocuparse por él mismo, y luchar por
lo que quiere? ¡Qué va! La opción: buscarse a una novia medio tonta, pero
condescendiente hasta el absurdo (que le permite incluso que le llame por el
nombre de su ex…) y formar con ella esa familia que nunca ha querido tener, y
frustrarse así de por vida: ¡¡Muy bien chico, buena elección!!. Y fin de la
historia. Cuando acaba la película, me dan ganas de llorar, claro.
Yo, que creo en el “amor de tu vida”, y en
ese cinematográfico “Juntos para siempre” del que habla la película, no puedo
evitar conmoverme, y de paso, pensar que reconozco al protagonista en un ex,
demasiado cobarde para tomar la decisión que quizás, y sólo digo, quizás, le
hubiese hecho más feliz, frente a otra más fácil.
La escena de la lámpara, regalo a la primera
novia Lucia, que acaba en manos de Laura justo después de que ésta se haya
cambiado el pelo a imagen y semejanza de la primera, es una de las escenas que
vi últimamente, que mejor muestra la desolación, la tristeza, la frustración,
los sueños perdidos, la cobardía...
Aunque sin duda, hay otra escena es esta
película, que de verdad recomiendo ver, que ¡¡me encanta!!: creo que plasma de
manera genial para mí, qué significa estar desconectado de tus sentimientos, y
de todo lo bueno, que estos te pueden ofrecer si eres lo suficientemente
valiente cómo para vivir de acuerdo a ellos!
El título me saca de mis casillas: ¿Qué no
sabíamos cómo llamarle a la peli?: pues ahí que va un título que podría pasar
por telefilme melodramático de sábado por la tarde en Antena 3, de esos con los
que dormir la resaca o reflexionar sobre lo patético que es estar tirado
en el sofá de tu casa en fin de semana a las cinco de la tarde.
A parte de esto, y dejando de lado el hecho de
que los títulos de las pelis (muchos de ellos, supongo, autoimpuestos por el
tipo de turno que la quiere comercializar, y que piensa que lo mejor es no
currárselo demasiado sino echar mano de un título más vulgar que las
medias transparentes en invierno…) “Juntos para Siempre” me gustó, incluso
diría que mucho, ¡¡sip!!
Supongo que también tiene que ver con el momento
en que la he visto, aquí frente a mi ordenador (determinante, claro está, para
sentir una u otra cosa), o por el hecho de que se suponga una comedia argentina
(mi debilidad por ese acento no tiene límites, aunque estoy trabajando en ello)
y eso que de comedia en sí tiene entre poco y nada.
Todo transcurre más o menos así: Una especie de
escritor y barra o guionista, obsesionado consigo mismo y con esa
gran película de su vida que piensa escribir, aunque aún no lo sepa, es
básicamente un capullo, con una novia estupenda, de la que pasa cómo pillar el
sarampión; y ésta, por esa costumbre absurda que tenemos algunas chicas, me
incluyo, de pensar que el cambio es posible, le plantea algo así cómo un
ultimátum a modo de: “reacciona capullo, que me estás perdiendo”, se tira al
vecino y se marcha de casa. ¿La reacción del hombre? ¿Acaso cambiar para
recuperar al amor de su vida? ¿Dejar de preocuparse por él mismo, y luchar por
lo que quiere? ¡Qué va! La opción: buscarse a una novia medio tonta, pero
condescendiente hasta el absurdo (que le permite incluso que le llame por el
nombre de su ex…) y formar con ella esa familia que nunca ha querido tener, y
frustrarse así de por vida: ¡¡Muy bien chico, buena elección!!. Y fin de la
historia. Cuando acaba la película, me dan ganas de llorar, claro.
Yo, que creo en el “amor de tu vida”, y en
ese cinematográfico “Juntos para siempre” del que habla la película, no puedo
evitar conmoverme, y de paso, pensar que reconozco al protagonista en un ex,
demasiado cobarde para tomar la decisión que quizás, y sólo digo, quizás, le
hubiese hecho más feliz, frente a otra más fácil.
La escena de la lámpara, regalo a la primera
novia Lucia, que acaba en manos de Laura justo después de que ésta se haya
cambiado el pelo a imagen y semejanza de la primera, es una de las escenas que
vi últimamente, que mejor muestra la desolación, la tristeza, la frustración,
los sueños perdidos, la cobardía...
Aunque sin duda, hay otra escena es esta
película, que de verdad recomiendo ver, que ¡¡me encanta!!: creo que plasma de
manera genial para mí, qué significa estar desconectado de tus sentimientos, y
de todo lo bueno, que estos te pueden ofrecer si eres lo suficientemente
valiente cómo para vivir de acuerdo a ellos!
Me encanta, súper fan desde ya, mas aún quiero decir.....
ResponderEliminarLo dicho...pasando de acentos del cono sur, del dulce del leche, del mate y de los alfajores incomestibles....(un invento del diablo)..... Pero sobre todo pasando de novios "básicamente capullos"...
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