“Juntos para Siempre”, Pablo Solarz, o “Sólo apto para cobardes”



Con alguna había que empezar, ¿No?
El título me saca de mis casillas: ¿Qué no sabíamos cómo llamarle a la peli?: pues ahí que va un título que podría pasar por telefilme melodramático de sábado por la tarde en Antena 3, de esos con los que dormir la resaca o  reflexionar sobre lo patético que es estar tirado en el sofá de tu casa en fin de semana a las cinco de la tarde.
A parte de esto, y dejando de lado el hecho de que los títulos de las pelis (muchos de ellos, supongo, autoimpuestos por el tipo de turno que la quiere comercializar, y que piensa que lo mejor es no currárselo demasiado sino echar mano de un título más vulgar que  las medias transparentes en invierno…) “Juntos para Siempre” me gustó, incluso diría que mucho, ¡¡sip!!
Supongo que también tiene que ver con el momento en que la he visto, aquí frente a mi ordenador (determinante, claro está, para sentir una u otra cosa), o por el hecho de que se suponga una comedia argentina (mi debilidad por ese acento no tiene límites, aunque estoy trabajando en ello) y eso que de comedia en sí tiene entre poco y nada.
Todo transcurre más o menos así: Una especie de escritor y barra o guionista,  obsesionado consigo mismo  y con esa gran película de su vida que piensa escribir, aunque aún no lo sepa, es básicamente un capullo, con una novia estupenda, de la que pasa cómo pillar el sarampión; y ésta, por esa costumbre absurda que tenemos algunas chicas, me incluyo, de pensar que el cambio es posible, le plantea algo así cómo un ultimátum a modo de: “reacciona capullo, que me estás perdiendo”, se tira al vecino y se marcha de casa. ¿La reacción del hombre? ¿Acaso cambiar para recuperar al amor de su vida? ¿Dejar de preocuparse por él mismo, y luchar por lo que quiere? ¡Qué va! La opción: buscarse a una novia medio tonta, pero condescendiente hasta el absurdo (que le permite incluso que le llame por el nombre de su ex…) y formar con ella esa familia que nunca ha querido tener, y frustrarse así de por vida: ¡¡Muy bien chico, buena elección!!. Y fin de la historia.  Cuando acaba la película, me dan ganas de llorar, claro.
Yo, que creo  en el “amor de tu vida”, y en ese cinematográfico “Juntos para siempre” del que habla la película, no puedo evitar conmoverme, y de paso, pensar que reconozco al protagonista en un ex, demasiado cobarde para tomar la decisión que quizás, y sólo digo, quizás, le hubiese hecho más feliz, frente a otra más fácil. 
La escena de la lámpara, regalo a la primera novia Lucia, que acaba en manos de Laura justo después de que ésta se haya cambiado el pelo a imagen y semejanza de la primera, es una de las escenas que vi últimamente, que mejor muestra la desolación, la tristeza, la frustración, los sueños perdidos,  la cobardía...
Aunque sin duda, hay otra escena es esta película, que de verdad recomiendo ver, que ¡¡me encanta!!: creo que plasma de manera genial para mí, qué significa estar desconectado de tus sentimientos, y de todo lo bueno, que estos te pueden ofrecer si eres lo suficientemente valiente cómo para vivir de acuerdo a ellos!


2 comentarios:

  1. Me encanta, súper fan desde ya, mas aún quiero decir.....

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  2. Lo dicho...pasando de acentos del cono sur, del dulce del leche, del mate y de los alfajores incomestibles....(un invento del diablo)..... Pero sobre todo pasando de novios "básicamente capullos"...

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